VIÑEDO ADULTO, UN GRAN ESFUERZO QUE RECOMPENSA

En ocasiones las personas hacemos esfuerzos que en la vida no vemos recompensados o no llegamos a saberlo, porque el retorno de algunos de nuestros trabajos o esfuerzos se presentan tan a largo plazo que no llegamos a verlo nunca.

Para los viticultores que llevamos tantos años trabajando el viñedo sabemos que esto es no nuevo para nosotros.

Hacer referencia a la Finca El Chaconero es lo mismo que decir que fue de los primeros tres viñedos en España en plantar variedades foráneas, en implantar el sistema de goteo y espaldera hace casi 40 años.

Los inicios no fueron fáciles (como se suele decir) pero mantener un viñedo adulto en plenas facultades de vida (ya no de producción) es todavía más difícil.

El viñedo adulto tiene unas fortalezas cualitativas inigualables que se traduce generalmente en vinos de altísima calidad pero también tiene una alta tasa de mortalidad natural.

Finca Chaconero

¿Y porqué muere una cepa de maneral natural?

Son varios los motivos pero los más importantes y relevantes son dos.

Uno de ellos son los cortes de poda, tarea por otra parte insustituible y necesaria. Imaginaos durante 40 años los cortes que ha recibido una vid y en ocasiones con algunas podas más agresivas porque la planta lo requería.

Y otro motivo, es la falta de suficiente flujo de savia a consecuencia de la edad. Al envejecer una cepa la savia no fluye con tanta fuerza.
Cuando sumas las dos situaciones en la misma planta, la muerte es casi segura.

¿Y qué hacemos entonces cuando la vid ha muerto?

Unos dirán, a Rey muerto Rey puesto¡!!! Pero la viticultura es más complicada que poner un Rey.

En un viñedo adulto no puedes sustituirla por una planta joven porque las vides de alrededor han desarrollado tal superficie radicular que asfixiaría a la recién plantada, incluso hemos podido comprobar que las raíces han llegado a ocupar el espacio de vid que estaba muriendo. Por tanto, solo nos queda un camino y es recurrir a la técnica llamada jarro.

El jarro se hace enterrando un sarmiento de la planta de al lado sin podar y hacerlo llegar hasta el sitio donde estaba la planta que murió.

El sarmiento que será la futura planta debe ser largo y de buen grosor, vivirá durante 3 años alimentada de la vid madre (a modo de cordón umbilical) hasta que éste haya desarrollado nuevas raíces y tenga posibilidad de vivir de manera independiente. Os dejamos este vídeo ilustrativo para que podáis ver mucho mejor cómo hacemos este trabajo en la viña.

Pasados estos 3 años ya podremos cortar el sarmiento porque tendremos la nueva planta formada y a pleno rendimiento.

Como la naturaleza es muy sabia, también hemos visto que cuando la nueva planta está en pleno vigor y sin haber cortado el sarmiento, es la planta joven la que empieza alimentar a la planta adulta.

¿A que esta relación planta madre vs planta hija nos suena?
Quien tiene un viñedo adulto tiene un tesoro.